Día 22 de Noviembre de 2005
Pensando un poco acerca del gusto por el cine me encontré con algunos comentarios en revistas acerca de aquellas cosas odiosas a la hora de asistir a las salas de cine; sin embargo, debo decir con dolor que el cine encierra en el fondo muchas más cosas despreciables y de las cuales le queda difícil sustraerse, a continuación hablaré de un primer tropiezo entre el cine y el espectador, ese tropiezo se conoce con el nombre de “crítico de cine”...a continuación unas categorías de esta laya de energúmenos:
El seudo-intelectual: sus comentarios son difundidos en subterráneas y casi desconocidas revistas sobre cine, se puede notar desde los primeros párrafos que lo importante para el tipo es confundir y hacer sentir como ignorante al lector con un léxico enredado y una cantidad de datos bibliográficos inútiles. Como es común en todo crítico, no tiene ni idea de cine, su esfuerzo está puesto en hacer alarde de que al menos aprendió a leer y escribir.
El mercenario: este sujeto ha logrado hacerse un nombre como crítico en revistas o periódicos de mucha difusión, su pecado grande consiste en que lo que diga estará siempre sujeto a lo que sus patrones quieren que diga. Carece de un criterio propio y está atrapado por esa estúpida clasificación (que hasta ahora no sé quien inventó) de poner caritas o estrellas a las películas, algunos a riesgo de ser despedidos deciden ser más arriesgados y califican con pistolitas o gorritos de bruja.
El cretino: lo siento, no se le puede decir de otra forma, este personaje habla de cine como si tuviera mediana idea de eso, es irremediablemente un imbécil e ignorante en todas las áreas del saber y para despistar se jura conocedor de algún director complejo para no parecer tan bestia. No se puede esperar una evolución en la calidad de sus comentarios, es y será siempre una tapia...no me puedo resistir a decirlo, ej: Diana Rico
El halagador: este personaje es inquietante pues por sus comentarios uno podría decir que el tipo valora todo esfuerzo cinematográfico, el asunto se vuelve insostenible cuando el personaje analiza Ciudadano Kane a la par de El diario de una princesa y cataloga a ambas como “las mejores películas que he visto en mi vida”...o está loco o es una güeva, no hay de otra.
El contestatario: algo peor que leer sus críticas es ser amigo de él...este personaje desprecia todo lo que produzca Hollywood sencillamente porque sí. Es de aquellos desesperantes asistentes a las películas europeas más alcantarilludas y no tiene en su discurso más que reseñas de cine iraní, polaco, de las estepas, checoeslovaco, etc. Bueno, esto podría ser interesante, lo difícil es tener que lidiar con los humos que se da por tener estos conocimientos que rayan en el misticismo y por qué no, en el ridículo.
Sin embargo; no todos los críticos de cine caen en esta olla podrida de farsantes, existen o existieron escritores que marcaron una época comentando de un modo fresco y hermoso las películas sin ese veneno infame que caracteriza la profesión maldita del crítico. Un ejemplo para la posteridad serán los comentarios exquisitos y descomplicados de Guillermo Cabrera Infante (QEPD)
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