Saturday, July 23, 2011

DIOS ES MELÓMANO: EL ADIÓS A AMY

No creo que sea necesario anotar aquí el apellido, ya todo el mundo (que gusta de la buena música) debe saber que una de las voces más espectaculares del blues se silenció el pasado sábado. Quise dejar de lado el asunto del cómic por esta vez y espero que los lectores sepan entender este arrebato mío que es el propio de un admirador a ultranza de esta cantante que dejó su vida en el escenario y en sus composiciones.

La afirmación del título de este comentario obedece a una hipótesis que he venido elaborando hace un tiempo y es que Dios está tramando algo allá arriba con tantas voces maravillosas que ha ido recolectando con el paso de los años. Sospecho que Amy comparte ahora escenario celestial con: Freddy Mercury, Barry White, Elvis Presley, Frank Sinatra, Facundo Cabral, Mercedes Sossa, Edith Piaf (por aquello de que el lenguaje del cielo debe ser universal) y todo un etcétera de voces que un buen día dejaron en el oído de nosotros los infelices mortales su huella imborrable.

Sospecho también que a estas alturas Amy se estará preparando para hacer parte del grupo “Pavarotti y amigos del cielo” bajo la dirección orquestal de Herbert Von Karajan e interpretando las nuevas sinfonías compuestas a dos manos por Mozart y Beethoven, más las recientes experimentaciones en llave de Jimmy Hendrix, Bob Marley y Louis Amstrong.

En fin, Amy estará muy ocupada con las giras e invitaciones que recibirá desde una nube cubana habitada por Compay Segundo, Ibrahim Ferrer, y el grueso del Buena Vista Social Club. Una eternidad de seguir cantando con todas aquellas voces y talentos musicales que Dios se ha ido reservando para su propio deleite.

En fin, esa es mi teoría, Dios debe ser el melómano más exigente del universo y se reserva lo mejor para él...por eso acá deja los Justins y Gagas y todo eso de lo que no gusta...en Colombia hay que aclarar que se ha ensañado y seguiremos lidiando con los Juanes, Fonsecas, Cabas y Cepedas...gentes que tienen sus lugares separados en la quinta olla del patas desde que empezaron dizque a cantar.

Pero ahora Amy ya se fue al cielo, a ser la envidia de más de un ángel en los coros celestiales...ella acá ya lo había vivido todo con intensidad y como toda flama de brillo intenso pues se sabía que iba a extinguirse pronto...ella rehabilitó la música, rehabilitó el oído de medio mundo.

Paz en su tumba.

Wednesday, April 06, 2011

HOMENAJE A MICHAEL GOUGH

Este es un breve y sentido homenaje al veterano actor inglés Michael Gough quien nos dejó hace dos semanas a la temprana edad de 94 añitos...ahora bien, si les digo que interpretó a Alfred Pennyworth en las 4 primeras películas de Batman los que no recuerden por nombres recordarán por referencia...dicho papel de paso logró catapultarlo a la fama y reencaucharlo del macabro olvido que cobija a una inmensa pléyade de actores veteranos. Fue Tim Burton quien lo escogió a la ciega para el casting de Alfred pues lo tenía en muy alta estima gracias a su pasión por la ola de cine de terror de los sesentas y setentas liderada por Roger Corman que derivó pronto en una estética barata y mediocre. Pero Michael Gough con su estilo flemático siempre estuvo a la altura, es más, llegó a participar en la película “Los niños del Brazil”, al lado de ese par de monstruosos actores que la horda pelafustanesca actual ni siquiera conoce: Sir Lawrence Olivier y Gregory Peck. Pero bueno, lo importante aquí es resaltar el impecable trabajo de Gough en el papel de Alfred. Uno de los pilares fundamentales dentro de la saga de Batman, tal vez el personaje secundario más notable en todo el universo super heroico (sin tener más poderes que el de la palabra). Y es que a la hora de tener la frase precisa y aterrizada Alfred es el mejor de todos, sereno, ácido y si se quiere cínico en sus apreciaciones es el encargado de mantener en equilibrio al caballero oscuro. Sin duda alguna solo podía esperarse que otro gran actor como Michael Caine pudiera ser capaz de recoger la bandera de Gough para encarnar a este mayordomo perfecto. Donde quiera que esté Michael Gough puede sentirse tranquilo pues su sello particular quedó para siempre y sobrevivirá con el estoicismo propio de un fiel sirviente británico.