14 de Febrero de 2007
Por donde empezar...esta es la primera necrológica que escribo en este blog, es quizás una necesidad natural o intento por mantener la perpetuidad del ser querido. Pero es poco comparado con lo que se merece Charlie.
El pasado 12 de febrero de 2007 tuve la dolorosa necesidad de firmar la autorización de eutanasia para quien fuera casi como un hermano para mi...Charlie, un pequeño perrito peludo de cruce impreciso entre poddle y maltés, un compañero incondicional de múltiples batallas que compartió junto a mí durante la pendejadita de 17 años (más de la mitad de mi vida).
En algún momento de tan doloroso proceso todas las imágenes de Charlie se me vinieron a la mente mientras lo abrazaba en aquella sala antiséptica hasta que el líquido penetrara por sus venas y apagara los latidos de su menguado corazón.
El tropel de imágenes no carecía sin embargo de un orden específico, la primera vez que lo vi era un poco más grande que mi mano, una pequeña e inquieta cosita peluda y negra a la cual parecía que la hubieran sobre alimentado de energía...sus primeros juguetes, sus primeros destrozos caseros, las tiras de papel higiénico que estiraba por toda la casa procedentes del rollo del baño, los zapatos comidos y mascados en lugares imposibles, su enfrentamiento arriesgado contra una rata casi de su tamaño, las largas jornadas echado patas arriba para que le diera el sol y su obsesión casi exclusiva por el consumo de coca-cola.
Pero en este párrafo sería absurdo suponer que se puede contener toda una vida junto a Charlie...detallar todas y cada una de sus anécdotas y de los momentos gratos que me hizo pasar casi necesitan un libro en varios tomos.
Charlie fue un enigma desde el comienzo, bautizado por quienes nos lo regalaron con el ridículo nombre de “Caramelo”, mismo que el despreciaba e incluso ignoraba...en casa decidimos rebautizarlo y el nombre de “Charlie” vino de repente, sin pensarlo mucho, un nombre que los amigos de mamá le achacaban a un homenaje que ella hiciera a Charlie Parker y que mis propios amigos pensaban era atribuido a Charlie García. La verdad es que en últimas ese nombre parece que se lo puso el mismo pues solo fue decírselo una vez para que lo asumiera de inmediato, Charlie a secas, esa fue su identidad de principio a fin.
Se puede decir que llegué a envidiar mucho la posición de Charlie, hasta el final de su vida fue un consentido, nada le faltó, ni comida, ni juguetes, ni placeres...jugó, comió y durmió con la tranquilidad de un príncipe que tiene la certeza de no ser derrocado jamás.
Charlie era goloso y quizás mi mejor y más profundo recuerdo sea que al llegar del colegio me esperaba en la cama para compartir conmigo aquella chocolatina jet que siempre me traía de los descansos a sabiendas de que él jamás despreciaría su porción precedida de un babeo incontenible provocado por el dulce.
Obviamente hubo momentos jartos y a veces siento que le gustaba provocarme y medir mi reacción, pero nunca hubo entre nosotros ni la más mínima expresión de odio o rencor...quizás eso lo hacía tan grande y diferente, que solo una vez haya mordido a alguien en su vida (a una prima que lo asustó con bañarlo). Por que cabe anotar que Charlie fue uno de los más aguerridos enemigos del agua y lograr bañarlo siempre era una proeza...mi mamá puede constatar eso.
Charlie nunca pudo dejar descendencia, esa fue culpa nuestra debido a que tuvimos que castrarlo a los 6 años pues ponía en peligro la eterna virginidad de una perrita de mi tío. Pero esa carencia no le restó un pelo de tonto, por el contrario, se sentía que a partir de ese momento Charlie estaba más atento, más despierto a lo que le rodeaba. Casi no había que decirle nada, su mirada que desafiaba la de los humanos era el lenguaje suficiente para entender y hacerse entender.
Alegaran durante años los científicos con el argumento de que los perros carecen de personalidad y de relativas capacidades intelectuales. Yo por mi parte me río para mis adentros cuando pienso en lo bien estructurada que puede estar la personalidad de un perro si se le brindan las condiciones de amor y afecto para lograrlo. Charlie tal vez nunca llegaría a preguntarse acerca del sí mismo o de la teoría de la relatividad general, pero estaba conciente de su rol como parte de la familia y poseía ese don hermoso de detectar las variantes de ánimo de sus amos y acercarse en el momento en el que más se lo necesitaba.
Hace unos dos años Charlie se autojubiló de sus funciones perriles tales como cuidar la casa o molestarse en saludar a los extraños, Charlie se entregó a vivir su vejez de modo digno y en privado, acumulando achaques de viejito sin incomodar y con la calma aprendida tras años de sibaritismo satisfactorio.
En los últimos meses salió adelante de un par de crisis y demostró que quería seguir viviendo hasta el último gramo de su ser, superó las adversidades y jamás cedió ante la amenaza de una muerte empeñada en querer robarle su derecho de existencia y su felicidad. Pero esta última crisis en verdad lo agotó, lo deterioró pese a su estoicidad y si alguien me preguntara como me sentí en el momento de tomar la decisión final debo confesar que ha sido mi mayor acercamiento al asesinato...Charlie, espero me perdones y entiendas lo doloroso, lo espantoso que fue cortar tu vida...
Charlie vivió plenamente, con intensidad, sin privarse de nada, eso dije al veterinario cuando este me planteaba la opción de la eutanasia. Al ingresar en la sala sabía con certeza que Charlie no merecía ser sometido a un tratamiento para prolongar su existencia si ello implicaba todo un doloroso proceso para él. Charlie no sufrió jamás en su vida y no iba a ser su muerte diferente a ello.
Mi mamá no pudo (no quiso, no hubiera resistido) estar presente y Charlie necesitaba de un ser querido a su lado para irse en paz, esa fue mi segunda prueba de fuego, acompañarlo hasta el fin. Estaba casi ciego por las cataratas y sordo cuando lo rodeé con mis brazos para calmarlo...pero era casi magia sentir su calma al contacto de quien como yo lo quiso tanto. Charlie se relajó en sus últimos momentos, parecía que de repente me oía y veía con claridad...no ladró, ni se sobresaltó sino que se apegó a mi abrazo mientras el líquido invadía su ser y le traía la paz. Fue la muerte más dulce que he visto, pasó de una somnolencia tranquila al sueño eterno sin el más mínimo sufrimiento, su cuerpo se enfrió paulatinamente mientras el veterinario y yo lo envolvíamos en la bolsa plástica y en ese momento lo noté: él ya no estaba allí, el cascarón de su cuerpo ya no lo contenía, ahora era libre.
Después de 17 años el vacío que deja es grande, es inmenso, afortunadamente desde hace año y medio tenemos a nuestro lado a una bella y noble perrita que recogimos de la calle y que le da alegría al hogar...sin ella esto sería un infierno para nosotros...pero ella no ocupa el lugar de Charlie, ella tiene su propio lugar, su propia personalidad. Charlie siempre será el mismo, irreemplazable.
Duele tanto escribir esto, igual o más que cuando firmé tu muerte, pero en últimas, las palabras del veterinario fueron muy ciertas “ojalá los humanos tuviéramos este derecho”, si, estoy de acuerdo, morir con dignidad es un privilegio que hemos entregado a los animales que consideramos inferiores privándonos absurdamente del mismo.
No quisiera languidecer en una convalecencia dolorosa, en un terco intento de mantener la vida cuando esta ha perdido ya todo sentido y alegría...Charlie se apagó en el preciso momento en que su vida había sido vivida con total plenitud, más allá era una verdadera perversión prolongar su agonía...quizás por ello se fue en tal placidez, en total calma, un mar enardecido que alcanzó por fin la orilla y se diluyó en una tímida ola.
Eso del “mejor amigo del hombre” no se quien lo dijo pero de seguro sabía lo que decía.
Adiós o hasta pronto Charlie, mientras que los que te quisimos y cuidamos sigamos aquí tu recuerdo vivirá...y si este blog no es suprimido cuando la hora fatal nos cobije, tal vez, y solo tal vez pueda haberte regalado un trozo de eternidad.
Charlie: 01 de agosto de 1990 – 12 de febrero de 2007
Q. E. P. D
Por donde empezar...esta es la primera necrológica que escribo en este blog, es quizás una necesidad natural o intento por mantener la perpetuidad del ser querido. Pero es poco comparado con lo que se merece Charlie.
El pasado 12 de febrero de 2007 tuve la dolorosa necesidad de firmar la autorización de eutanasia para quien fuera casi como un hermano para mi...Charlie, un pequeño perrito peludo de cruce impreciso entre poddle y maltés, un compañero incondicional de múltiples batallas que compartió junto a mí durante la pendejadita de 17 años (más de la mitad de mi vida).
En algún momento de tan doloroso proceso todas las imágenes de Charlie se me vinieron a la mente mientras lo abrazaba en aquella sala antiséptica hasta que el líquido penetrara por sus venas y apagara los latidos de su menguado corazón.
El tropel de imágenes no carecía sin embargo de un orden específico, la primera vez que lo vi era un poco más grande que mi mano, una pequeña e inquieta cosita peluda y negra a la cual parecía que la hubieran sobre alimentado de energía...sus primeros juguetes, sus primeros destrozos caseros, las tiras de papel higiénico que estiraba por toda la casa procedentes del rollo del baño, los zapatos comidos y mascados en lugares imposibles, su enfrentamiento arriesgado contra una rata casi de su tamaño, las largas jornadas echado patas arriba para que le diera el sol y su obsesión casi exclusiva por el consumo de coca-cola.
Pero en este párrafo sería absurdo suponer que se puede contener toda una vida junto a Charlie...detallar todas y cada una de sus anécdotas y de los momentos gratos que me hizo pasar casi necesitan un libro en varios tomos.
Charlie fue un enigma desde el comienzo, bautizado por quienes nos lo regalaron con el ridículo nombre de “Caramelo”, mismo que el despreciaba e incluso ignoraba...en casa decidimos rebautizarlo y el nombre de “Charlie” vino de repente, sin pensarlo mucho, un nombre que los amigos de mamá le achacaban a un homenaje que ella hiciera a Charlie Parker y que mis propios amigos pensaban era atribuido a Charlie García. La verdad es que en últimas ese nombre parece que se lo puso el mismo pues solo fue decírselo una vez para que lo asumiera de inmediato, Charlie a secas, esa fue su identidad de principio a fin.
Se puede decir que llegué a envidiar mucho la posición de Charlie, hasta el final de su vida fue un consentido, nada le faltó, ni comida, ni juguetes, ni placeres...jugó, comió y durmió con la tranquilidad de un príncipe que tiene la certeza de no ser derrocado jamás.
Charlie era goloso y quizás mi mejor y más profundo recuerdo sea que al llegar del colegio me esperaba en la cama para compartir conmigo aquella chocolatina jet que siempre me traía de los descansos a sabiendas de que él jamás despreciaría su porción precedida de un babeo incontenible provocado por el dulce.
Obviamente hubo momentos jartos y a veces siento que le gustaba provocarme y medir mi reacción, pero nunca hubo entre nosotros ni la más mínima expresión de odio o rencor...quizás eso lo hacía tan grande y diferente, que solo una vez haya mordido a alguien en su vida (a una prima que lo asustó con bañarlo). Por que cabe anotar que Charlie fue uno de los más aguerridos enemigos del agua y lograr bañarlo siempre era una proeza...mi mamá puede constatar eso.
Charlie nunca pudo dejar descendencia, esa fue culpa nuestra debido a que tuvimos que castrarlo a los 6 años pues ponía en peligro la eterna virginidad de una perrita de mi tío. Pero esa carencia no le restó un pelo de tonto, por el contrario, se sentía que a partir de ese momento Charlie estaba más atento, más despierto a lo que le rodeaba. Casi no había que decirle nada, su mirada que desafiaba la de los humanos era el lenguaje suficiente para entender y hacerse entender.
Alegaran durante años los científicos con el argumento de que los perros carecen de personalidad y de relativas capacidades intelectuales. Yo por mi parte me río para mis adentros cuando pienso en lo bien estructurada que puede estar la personalidad de un perro si se le brindan las condiciones de amor y afecto para lograrlo. Charlie tal vez nunca llegaría a preguntarse acerca del sí mismo o de la teoría de la relatividad general, pero estaba conciente de su rol como parte de la familia y poseía ese don hermoso de detectar las variantes de ánimo de sus amos y acercarse en el momento en el que más se lo necesitaba.
Hace unos dos años Charlie se autojubiló de sus funciones perriles tales como cuidar la casa o molestarse en saludar a los extraños, Charlie se entregó a vivir su vejez de modo digno y en privado, acumulando achaques de viejito sin incomodar y con la calma aprendida tras años de sibaritismo satisfactorio.
En los últimos meses salió adelante de un par de crisis y demostró que quería seguir viviendo hasta el último gramo de su ser, superó las adversidades y jamás cedió ante la amenaza de una muerte empeñada en querer robarle su derecho de existencia y su felicidad. Pero esta última crisis en verdad lo agotó, lo deterioró pese a su estoicidad y si alguien me preguntara como me sentí en el momento de tomar la decisión final debo confesar que ha sido mi mayor acercamiento al asesinato...Charlie, espero me perdones y entiendas lo doloroso, lo espantoso que fue cortar tu vida...
Charlie vivió plenamente, con intensidad, sin privarse de nada, eso dije al veterinario cuando este me planteaba la opción de la eutanasia. Al ingresar en la sala sabía con certeza que Charlie no merecía ser sometido a un tratamiento para prolongar su existencia si ello implicaba todo un doloroso proceso para él. Charlie no sufrió jamás en su vida y no iba a ser su muerte diferente a ello.
Mi mamá no pudo (no quiso, no hubiera resistido) estar presente y Charlie necesitaba de un ser querido a su lado para irse en paz, esa fue mi segunda prueba de fuego, acompañarlo hasta el fin. Estaba casi ciego por las cataratas y sordo cuando lo rodeé con mis brazos para calmarlo...pero era casi magia sentir su calma al contacto de quien como yo lo quiso tanto. Charlie se relajó en sus últimos momentos, parecía que de repente me oía y veía con claridad...no ladró, ni se sobresaltó sino que se apegó a mi abrazo mientras el líquido invadía su ser y le traía la paz. Fue la muerte más dulce que he visto, pasó de una somnolencia tranquila al sueño eterno sin el más mínimo sufrimiento, su cuerpo se enfrió paulatinamente mientras el veterinario y yo lo envolvíamos en la bolsa plástica y en ese momento lo noté: él ya no estaba allí, el cascarón de su cuerpo ya no lo contenía, ahora era libre.
Después de 17 años el vacío que deja es grande, es inmenso, afortunadamente desde hace año y medio tenemos a nuestro lado a una bella y noble perrita que recogimos de la calle y que le da alegría al hogar...sin ella esto sería un infierno para nosotros...pero ella no ocupa el lugar de Charlie, ella tiene su propio lugar, su propia personalidad. Charlie siempre será el mismo, irreemplazable.
Duele tanto escribir esto, igual o más que cuando firmé tu muerte, pero en últimas, las palabras del veterinario fueron muy ciertas “ojalá los humanos tuviéramos este derecho”, si, estoy de acuerdo, morir con dignidad es un privilegio que hemos entregado a los animales que consideramos inferiores privándonos absurdamente del mismo.
No quisiera languidecer en una convalecencia dolorosa, en un terco intento de mantener la vida cuando esta ha perdido ya todo sentido y alegría...Charlie se apagó en el preciso momento en que su vida había sido vivida con total plenitud, más allá era una verdadera perversión prolongar su agonía...quizás por ello se fue en tal placidez, en total calma, un mar enardecido que alcanzó por fin la orilla y se diluyó en una tímida ola.
Eso del “mejor amigo del hombre” no se quien lo dijo pero de seguro sabía lo que decía.
Adiós o hasta pronto Charlie, mientras que los que te quisimos y cuidamos sigamos aquí tu recuerdo vivirá...y si este blog no es suprimido cuando la hora fatal nos cobije, tal vez, y solo tal vez pueda haberte regalado un trozo de eternidad.
Charlie: 01 de agosto de 1990 – 12 de febrero de 2007
Q. E. P. D
3 comments:
¿Qué se puede decir en un momento así y después de leer esto?. Es sencillamente un bello homenaje póstumo a quien fuera uno de tus más grandes cariños. Y porque creo que algo te conozco sé que es demasiado sincero y sentido. Con el plus de que el doc escribe tan bien que uno logra recibir y percibir exactamente lo que su corazón siente, y lo que sus palabras quieren decir. Un abrazo fuerte
... un abrazo compadre...
Muy duro, pero muy bueno
Post a Comment