Que bellaCa...li

Enero 06 de 2007

Por estos días Cali vive una tremenda ola de calor, es tal que le provoca a uno andar en bola todo el tiempo, y si se cuenta con la suerte de tener el cuarto en un altillo como es mi caso actual pues imagínense quien se ha mantenido fresco durante esta temporada.

El calor en su grado optimo adormece las ideas, las chocolatinas que quedan descuidadamente dejadas en las repisas se transforman en jarabe y las cuentas por consumo de agua se disparan hasta las nubes...mala temporada pues para tratar de escribir algo coherente, comer algo crocante o escapar de los olores corporales asfixiantes.

Pero quizás en este clima salvaje no radiquen los odios profundos que tengo hacia esta ciudad...quizás radiquen como señalé en cierta ocasión en la gentecita que le tocó...y no es que generalice, pero parece que la estolidez y la incultura se han ido adueñando de este pueblo a pasos agigantados.

La mal llamada “cultura” traqueta, pues de cultura no tiene nada, sumada al auge absurdo y al parecer imperecedero del regeeaton y enmarcado todo por el más próspero cuadro delincuencial en toda la historia de la administración gubernamental local; dan como resultado este pandemonio apocalíptico que ya de sucursal del cielo no tiene absolutamente nada.

¿Empieza tan temprano el Doc a lanzar su acidez?, no, me temo que quizás ocurre al contrario, el Doc llegó demasiado tarde para revelar este fraude de ciudad y las cosas parecen ir de mal en peor...los grandes carteles de la droga se fragmentaron y expandieron, demostrando una vez más que el todo no siempre es la suma de las partes, que las partes se agrandan y buscan imitar el todo.

La falta de imaginación y creatividad ha conllevado la absorción irracional de cuanto género musical extranjero, mediocre y puerco se nos aproxime...despotricamos de los “gringos hps” pero lo primero que hacemos es copiar el rap y adueñarnos del hip hop para luego esgrimir la palurdez de que son modos de expresión popular. El mal gusto y la chabacanería se adueña de las mentes más cultivadas y hoy en día nuestras neuronas otrora recias y fortalecidas por géneros musicales variados caen seducidas ante las fantochadas lobas e hiperbólicas de música de consumo, que solo habla de sexo, dinero fácil, llenarse de cadenotas de oro o “blim blim” en el argot manteco-popular.

Sumado a este cuadro tragi-cómi-patético las nuevas generaciones o mejor dicho degeneraciones se envalentonan en un frenético consumo de cuanta droga se les atraviese buscando “ser alguien”, apelando incluso a la aspiración de limpiadores de computador para marcar la diferencia elitista con el boxer inhalado por los gamines...

Pueblo fantoche, pantallero y mediocre, pueblo donde no se ve más allá de Shakiras, Juaneses, Cepedases, Super litios y demás badulaques conocidos o por conocer, pueblo marcado por el vil metal que entre sea conseguido del modo más vil mejor visto es, pueblo de ladrones de cuello blanco y de corruptos sonrientes ya sean ciegos o barrigones.

Pueblo de innecesarios MIOS e inoperantes Emcalis, pueblo extraviado entre las ínfulas de gran ciudad y el arraigo de lo campechano...nido de atarbanes de apellidos rimbombantes, de hampones con nombres extranjeros, de junkies acomodados en casas de oro construidas por papis que han hecho su fortuna creando a otros junkies de menor estrato...pueblo maldito y dejado de Dios que se engulle, defeca y vuelve a engullirse a si mismo en un ciclo infinito de coprofagia.

Este es pues el primero de una serie de textos producto del desapego amargo a una ciudad hostil en la que he aprendido a sobrevivir, en la que todo me lo he tenido que ganar a pulso, ciudad que me ha enseñado lo que es la envidia, la corrupción, la traición, la indiferencia, la lobería, la patanería, la vagancia, la muerte y el dolor...en fin, ciudad que en últimas guarda la esencia de toda ciudad existente en nuestro nefando país...¿o se creen que no me he percatado de la crisis que vive Bogotá?, repleta de provincianos engreídos que se sienten en el curubito del mundo...pero ese es tema para otra ocasión.